jueves, 18 de septiembre de 2008

JUAN PASQUAU, SIEMPRE EN NUESTRA MEMORIA


José Ruiz Quesada

Juan Pasquau, un pluma excepcional. Sus escritos siguen vigentes mientras haya personas que los recuerde. Juan Pasquau tenía grandes amigos, unos ya se han marchado al lugar olvidado, allí dónde se juntan los recuerdos, allí dónde se unen los espíritus, allí dónde todos tenemos un lugar, sin quererlo ni desearlo. Otros siguen aquí luchando y gozando plenamente de la vida, pero siempre con tu recuerdo vivo. La vida, aunque a veces entraña desencuentros es maravillosa. Vivirla en su integridad, porque es un regalo dado. El sólo contemplar la salida del Sol, el sólo contemplar cómo nace la vida en una rosa, con ese perfume que emana efluvios de amor, o ver salir una bella orquídea con esos colores y formas sorprendentes, es suficiente para amar la vida. A veces la realidad es muy cruel y las enfermedades mortales se enredan en un inocente, en una persona amada, en una persona buena y querida, pero el destino, es a veces así de infame. ¿Cuántos amigos en la cumbre de su vida se van a vivir el sueño de los justos?... Cuándo esta se apaga, ¿cuántos sufrimientos enardecen?, ¿cuántas lágrimas se derraman por los surcos de las mejillas rotas de dolor?. Muchos amigos ya no están, y entre ellos está descansando en la morada eterna, nuestro admirado y querido Juan Pasquau.
Sobre la vida y la muerte escribía Juan para el Diario Ideal, un 22 de noviembre de aquel lejano año de 1972:

“...No se mueve la hoja de un árbol. Se encalma el espíritu. No trae la melancolía una tristeza; trae un fervor nuevo. Trae estas seguridades: La vida es un prodigio. Y el tiempo -aliado del Señor- nos trabaja dentro; nos martillea con sutiles, delicados instrumentos, como un orfebre. ¡Somos un asombroso, luminoso haz de misterios espigados! Haz de ansias levantadas con sed para la Sed de Dios. Porque Dios tiene sed, que eso es Amor. ¿De verdad moriremos sin enterarnos de quién somos? La vida: ciencia y arte de buscar -y encontrar- el “alguien” que cada uno es.”

Juan, estará escribiendo bellos poemas a los ángeles y querubines, a Dios Padre y a su Madre. Su delicada y fértil prosa rebosará en los cajones celestiales y allí sus amigos estarán leyéndolos con la tranquilidad del lugar, sin ruidos de la modernidad, allí serán los ángeles los que entonarán melodías que ningún humano ha escuchado jamás. Su prosa y su poesía está siempre actual, porque Juan Pasquau sigue en la memoria de Úbeda, sigue estando en la memoria de todos los ubetenses que le conocieron y le quisieron...
Juan, guarda bien los papeles que estás escribiendo para cuando llegue el fin de nuestra vida terrenal, allí nos encontremos.

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