José Ruiz Quesada
Hoy traigo a este portal un homenaje a los Maestros, aquellos hombres y mujeres que ejercieron la docencia con una dedicación y honradez admirable; los medios que tenían eran muy elementales, pero suficientes para llenar de contenidos, de sensatez y de madurez a las mentes de aquellos niños, estos medios no superaban a los de hoy, ni una décima parte de los que disponen y emplean los maestros de hoy.
Aquellos no escatimaban esfuerzos para enseñar, cierto es, que algunos en su afán de enseñar se extralimitaban, superando la barrera moral y ética, pegando y a veces con saña. Puedo decir con la voz alta, que a mí nunca me pegaron, a excepción de una vez, repito sólo en una ocasión me gané un golpe, fue don José Pérez-Hita quién me dio un “guantazo” por no responder a su pregunta.
Empezaré por la edad del parvulario, mi primera maestra fue doña Filomena, Maestra a quien la recuerdo de forma difusa, pero que guardo un recuerdo muy grato, no en vano ella fue la que me enseñó las primeras letras y números. Esta maestra de párvulos ejerció en el colegio de la Santísima Trinidad, con ella estuve dos años, y después pasé a 2º curso de Primaria. Esta es una anécdota, que se repitió unos años después exactamente en 4º, es decir no pasé a los cursos de 1º y 3º, y directamente de párvulos pasé a 2º, y desde allí pasé al curso 4º. En este colegio de la Santísima Trinidad, recuerdo que me dieron clase los Maestros don Francisco Quesada, don Escolástico Quijano y el último año don José Pérez-Hita. Grandes profesionales de su magisterio. Aquí en este colegio de la Santísima Trinidad terminé los estudios Primarios. De todos aquellos Maestros guardo un grato recuerdo, por aquella época era director don Fernando, quién para motivar a los alumnos, creó un cuadro de honor y los mejores alumnos de cada mes y de cada trimestre los ponía en dicho cuadro -su foto- después de ponerle una estrella de seis puntas -parece que la estoy viéndolas-. Por aquellas fechas fuí monaguillo del Salvador, siendo capellán de la Iglesia don Cristóbal Cantero, igualmente Maestro de muchos ubetenses, quienes les recuerda con cariño. A mí también me dio clases de ortografía, Lengua, Geografía y Matematicas, no en vano fue director del colegio "San José de Calasanz" de Úbeda.(En la foto está don Cristóbal Cantero Lorente en su colegio).
¿Qué años aquellos?, ¿cómo los recuerdo? Maestros de voz potente, Maestros que con solo su presencia ya imponían un respeto. Viejos recuerdos que se pierden en el umbral del tiempo.
Respeto y dedicación era la consigna del Maestro de ayer. Hoy el respeto se ha volatizado junto con los adelantos de la modernidad. Ya lo dijo el Juez de Menores don Emilio Calatayud en una conferencia de la problemática de los jóvenes, conferencia pronunciada en el incomparable marco del Hospital de Santiago. Los jóvenes no tienen deberes sólo derechos. Los jóvenes hay que educarlos dándoles lo que necesitan, pero poco a poco y separándolos de los malos hábitos, como se separan las malas hierbas del trigo.
Repito, el Maestro era una persona que enseñaba, que se hacía respetar y que además de las materias propias de su Magisterio enseñaba educación, urbanismo y decencia. En definitiva buenos modales y saber estar. Cómo los niños sabíamos comportarnos delante de los mayores; levantándonos cuando entrada una persona mayor, dando los buenos días, dejando el paso libre para que pasen los mayores. Reglas de comportamiento. Hoy los jóvenes en general no saben respetar, los actos los realizan de forma anárquica, confundiendo libertad con libertinaje, cómo decía Juan Pasquau ...“jamás hay que confundir la hierba que brota anárquica con la espiga que asciende libre tras la siembra y el arado”.
Los Maestros han dejado una huella difícil de borrar, mi pensamiento siempre estará con ellos, ellos me enseñaron el saber estar, y encendieron en mí la llama de la honradez, del trabajo y la responsabilidad, por ello mi homenaje a todos ellos y en especial a los que he mencionado, pues fueron los pioneros que labraron la piedra de mi conocimiento y persona. Mi recuerdo siempre con ellos estará.
Hoy traigo a este portal un homenaje a los Maestros, aquellos hombres y mujeres que ejercieron la docencia con una dedicación y honradez admirable; los medios que tenían eran muy elementales, pero suficientes para llenar de contenidos, de sensatez y de madurez a las mentes de aquellos niños, estos medios no superaban a los de hoy, ni una décima parte de los que disponen y emplean los maestros de hoy.
Aquellos no escatimaban esfuerzos para enseñar, cierto es, que algunos en su afán de enseñar se extralimitaban, superando la barrera moral y ética, pegando y a veces con saña. Puedo decir con la voz alta, que a mí nunca me pegaron, a excepción de una vez, repito sólo en una ocasión me gané un golpe, fue don José Pérez-Hita quién me dio un “guantazo” por no responder a su pregunta.
Empezaré por la edad del parvulario, mi primera maestra fue doña Filomena, Maestra a quien la recuerdo de forma difusa, pero que guardo un recuerdo muy grato, no en vano ella fue la que me enseñó las primeras letras y números. Esta maestra de párvulos ejerció en el colegio de la Santísima Trinidad, con ella estuve dos años, y después pasé a 2º curso de Primaria. Esta es una anécdota, que se repitió unos años después exactamente en 4º, es decir no pasé a los cursos de 1º y 3º, y directamente de párvulos pasé a 2º, y desde allí pasé al curso 4º. En este colegio de la Santísima Trinidad, recuerdo que me dieron clase los Maestros don Francisco Quesada, don Escolástico Quijano y el último año don José Pérez-Hita. Grandes profesionales de su magisterio. Aquí en este colegio de la Santísima Trinidad terminé los estudios Primarios. De todos aquellos Maestros guardo un grato recuerdo, por aquella época era director don Fernando, quién para motivar a los alumnos, creó un cuadro de honor y los mejores alumnos de cada mes y de cada trimestre los ponía en dicho cuadro -su foto- después de ponerle una estrella de seis puntas -parece que la estoy viéndolas-. Por aquellas fechas fuí monaguillo del Salvador, siendo capellán de la Iglesia don Cristóbal Cantero, igualmente Maestro de muchos ubetenses, quienes les recuerda con cariño. A mí también me dio clases de ortografía, Lengua, Geografía y Matematicas, no en vano fue director del colegio "San José de Calasanz" de Úbeda.(En la foto está don Cristóbal Cantero Lorente en su colegio).
¿Qué años aquellos?, ¿cómo los recuerdo? Maestros de voz potente, Maestros que con solo su presencia ya imponían un respeto. Viejos recuerdos que se pierden en el umbral del tiempo.
Respeto y dedicación era la consigna del Maestro de ayer. Hoy el respeto se ha volatizado junto con los adelantos de la modernidad. Ya lo dijo el Juez de Menores don Emilio Calatayud en una conferencia de la problemática de los jóvenes, conferencia pronunciada en el incomparable marco del Hospital de Santiago. Los jóvenes no tienen deberes sólo derechos. Los jóvenes hay que educarlos dándoles lo que necesitan, pero poco a poco y separándolos de los malos hábitos, como se separan las malas hierbas del trigo.
Repito, el Maestro era una persona que enseñaba, que se hacía respetar y que además de las materias propias de su Magisterio enseñaba educación, urbanismo y decencia. En definitiva buenos modales y saber estar. Cómo los niños sabíamos comportarnos delante de los mayores; levantándonos cuando entrada una persona mayor, dando los buenos días, dejando el paso libre para que pasen los mayores. Reglas de comportamiento. Hoy los jóvenes en general no saben respetar, los actos los realizan de forma anárquica, confundiendo libertad con libertinaje, cómo decía Juan Pasquau ...“jamás hay que confundir la hierba que brota anárquica con la espiga que asciende libre tras la siembra y el arado”.
Los Maestros han dejado una huella difícil de borrar, mi pensamiento siempre estará con ellos, ellos me enseñaron el saber estar, y encendieron en mí la llama de la honradez, del trabajo y la responsabilidad, por ello mi homenaje a todos ellos y en especial a los que he mencionado, pues fueron los pioneros que labraron la piedra de mi conocimiento y persona. Mi recuerdo siempre con ellos estará.
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