sábado, 9 de agosto de 2008

LIBERTAD Y RESPETO, VALORES EN DECADENCIA


José Ruiz Quesada

Hoy la libertad es un derecho fundamental, que está recogida en la Constitución. Sí, en la Ley Fundamental del 78 por la que todos los españoles son iguales, sin distinción de sexo, raza, ni credo. ¿Cuánto han sufrido los hombres para alcanzarla?, y hoy se nace con ese derecho adquirido. He leído mucho acerca de la esclavitud, desde el Imperio Romano, hasta la colonización de América del Norte, ¿cuántos esclavos fueron torturados, humillados y vejados?. El esclavo no era persona, era un mueble y el propietario -amo-, podía hacer lo que se le antojara. Hoy en pleno inicio del siglo XXI, no comprendemos cómo podía haber esclavitud. Pero sin ir demasiado atrás en el tiempo, había otro tipo de esclavitud, el señorito que abusaba de cualquier forma de sus criados -asalariados-, los que trabajaban de Sol a Sol, sin derechos de ningún tipo, prácticamente no tenían derecho a nada, sin seguridad social, ni nada que se le pareciese. De ahí la importancia de las Cofradías y Hermandades en sus primeros años de fundación y en las primeras décadas del siglo XX, éstas prestaban ayudas, tenían un socorro que entregaban a sus beneficiarios, por ello se llamaban “benéficas”.
Hoy lo más hermoso, y uno de los derechos más fundamentales de la persona es la libertad. Libertad y respeto a los demás. Libertad de residencia, de expresión, de actividad, de profesión..., libertad para todo, pero dentro del más amplio respeto a los demás. Ahora en este tiempo estival, se lee más, se descansa y se pone uno a reflexionar, se camina por nuestras calles y plazas y nuestro espíritu se llena de gozo, nos llegan recuerdos, los buenos recuerdos empujan a otros mejores y nuestra existencia va pasando como capítulos de una novela, pero esta vez no de ficción, si no que es pura realidad. Hoy he estado leyendo “Maestros de la República” de María Antonia Iglesias, y mi espíritu se ha entristecido, ¿cómo los hombres se comportaron así?, ese odio entre hermanos, fusilamientos y encarcelamientos, sólo y por el simple hecho de no opinar con el mismo criterio -por tener opiniones encontradas- o bien por envidias y recelos, venganzas..., el hombre entonces, saca su parte animal y se comporta como una fiera, pisotea vidas, ilusiones y sentimientos, vulnerando los principios más elementales, y la libertad desaparece como por arte de magia.
En la página 353 del citado libro dice así: “...,el profesor de la UNED don Manuel Santander señala el sitio por dónde tiraron y después remataron al pobre de don Teófilo Azabal Molina en Jerez de la Frontera..., -don Manuel Santander se lo estaba explicando a doña Pilar Azabal hija del maestro don Teófilo, doña Pilar es también maestra como su padre-”
Comenzaba el prólogo de este relato “...las murallas oyeron el ruido de sus huesos rotos antes de fusilarlo...”
Escalofriantes los relatos de los fusilamientos de estos jóvenes maestros republicanos que su único pecado era enseñar y educar a los niños; ¿hay algo más hermoso que educar a unas generaciones de jóvenes, inculcándoles respeto, consideración, honestidad, modales y a su vez conocimientos?; hoy se llama Educación en Valores, antes sólo Educación en su más amplio sentido de la palabra. La libertad tiene un límite, y está en uno mismo, “no quieras hacer lo que no quieres que te hagan”, lo que no se quiere para uno mismo no se debe querer para otros. Así la libertad bien comprendida es equivalente al respeto mutuo.

Decía don Juan Pasquau sobre la libertad, “... Cada hombre debe constituirse en labrador de sus propia libertad... Jamás hay que confundir la hierba que brota anárquica con la espiga que asciende libre tras la siembra y el arado...”
¿Cuánta verdad encerraban sus palabras?, hoy los jóvenes confunden libertad con libertinaje, y hacen lo que se les viene en gana, atropellan derechos, rompen y ensucian todo..., hay que inculcarles respeto y educación desde pequeños. Libertad y respeto son valores actualmente en decadencia. Pongámonos las pilas y colaboremos todos en hacer un mundo mejor o como dice el título de la novela de Aldous Huxley "Un mundo feliz".

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